dimanche 16 novembre 2008

El recuerdo de una mañana de otoño

Por la mañana lo más apetecible que me puede suceder es el aroma del café recién hecho.
Normalmente, y así lo preveo por muchos años, rehúso la idea de almorzar por las mañanas (es difícil ingerir algo con el cuerpo soñoliento), un acto imposible. Es irónico verme ahora y recordarme a mis tiernos diez años, engullendo con máxima gula el pan con aceite y azúcar que mi madre me preparaba, ¿aceite y azúcar? Sí, y vino y azúcar, nocilla (o nutella, según que marca saliese más barata) sobre pan tostado en el fogón de gas... Antiguas delicias que ahora, para el ver de mis pobres ojos, están siendo remplazadas por bollería industrial, vaya pena.
Después de tomar la taza de cafeína y antes de salir al trabajo toco el piano, un par de canciones, no más. Mozart, Vivaldi, Beethoven... desde que era una niña me han instituido en el arte de la música clásica y, aun ahora, con mis treinta y dos años, no pienso dejar atrás todo lo que aprendí. Esas ansias por mi enseñanza provienen de mi padre, el cual se esforzaba para darme lo mejor, para que algún día se reconociese mi nombre. Él era pianista y murió como quiso, tocando. Sucedió en Bretaña, en el invierno del '93, su cuerpo ya era débil y él demasiado viejo para soportar el frío... los médicos lo diagnosticaron como una parada cardíaca pero yo prefiero quedarme con la versión que me dio Emma, la criada de la casa para aquél entonces: 'a tu padre se lo han llevado los ángeles cariño, ha superado la música celestial y lo necesitan allí arriba', después de decir esto con los ojos cristalinos señalaba al cielo y yo me sentía importante, mi padre regalaba su música a los ángeles.
Recuerdo que estuve años rezando para que me lo devolviesen, ahora me suena patético. Una criatura tiene derecho a soñar.

Repito este ritual cada mañana, conjuntamente con actividades menos importantes.
Me levanto, me ducho y me acicalo, tomo con ansias un café (cortado, con leche, un capuccino... cada día varía), toco el piano y corro hacia el trabajo con mi mini negro de segunda mano.

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