dimanche 17 août 2008

Todo por un desconocido

El típico malestar que me invadía siempre que estaba presente en una discoteca empezaba a crearse a mí, las luces de neon y la música al máximo volumen empezaron a agobiarme provocándome calores, dudo si estas eran debidas a mi agobio o a la cantidad de alcohol ingerido esa noche. Mire a mi alrededor, mis compañeros bailaban con desenfreno en la pista y poca gente, por no decir nadie, permanecía marginado de la situación, sentado, como estaba yo. En mi expedición visual me paré al reconocer una silueta, Gloria, que ya se había tomado la victoria y jugueteaba con los botones de la camisa de un chico más joven que ella que a la par que hablaba, tartamudeaba de la vergüenza (o de la excitación, quien sabe). Seguí el círculo que dibujaban mis ojos y me encontré cara a cara con un muchacho rubio al que, cuando miré, dio la casualidad que subió la mirada, me ruboricé y bajé la mía con rapidez.
Mientras la atmósfera de malestar seguía extendiéndose a mí alrededor empecé otro cubata que trago tras trago desaparecía como los ya tantos anteriores, me sentía mareada por una mezcla de varias cosas y supuse que el chico rubio lo adivinó en mi expresión porque en menos de 5 minutos estaba apoyado al filo de mi mesa, inclinado hacia mí, hablándome:

- No tienes demasiada buena cara, ¿quieres que te acompañe a fuera? Quizás… un poco de aire…- la petición era muy tentadora y, su voz, muy dulce.

- Eh, claro.- realmente no sabía que contestar, pero acepté, Dios sabe porque.- muchas gracias.

- No se merecen.

Y ofreciéndome el brazo para que me cogiera de el salimos de aquel tugurio ruidoso para encontrarnos con el asfalto, con el aire, con el oxigeno puro, con algo parecido a la libertad. Respiré hondo y empecé a recuperar el color que tanto había empalidecido en el interior del local.

- ¿Te encuentras mejor?-dijo mientras esbozaba una tierna sonrisa.

- Sí, muchas gracias, es que yo no estoy acostumbrada a las...-pero no pude acabar la frase porque me cortó en seco.

- Yo tampoco.

- ¿Has venido por obligación, entonces?

- No, estoy solo. Siempre vengo con la esperanza de que una chica preciosa como tú se sienta mal dentro de la discoteca, la lleve a fuera para que recupere el bienestar en su totalidad y ella, agradecida, acepte darme su número de teléfono.

- ¿Es ahora cuando tengo que ofrecerte el mío?

- Solo si quieres, claro.

- ¿A cuantas chicas tienes en tu lista?- me indignó un poco la idea de ser añadida en una agenda telefónica donde se juntaban un centenar de números, un centenar de nombres, y todos de mujer.

- Te seré sincero.- me alcanzó una agenda que abrí y ante mi sorpresa todas las paginas se encontraban en blanco.- nadie ha demostrado ser tan perfecta como tú lo estás haciendo.

Me ruboricé.

- ¿Tienes un bolígrafo?- al fin pensé que no debía haber ningún mal en que yo le diese mi número y que, incluso, él podría ser algún día en culpable de sacarme de la monotonía.

Me alcanzó una pluma revestida en oro, preferí no preguntar de donde la había sacado para no arrepentirme de darle algún dato personal mío, acabé de escribir y le pasé los dos objetos.

- Muchas gracias…- miró mi nombre en la agenda.-…Analís.

- No se merecen.- miré la hora y creí morir al ver que tenía que irme urgentemente si quería dormir un rato antes de ir a trabajar a la editorial.- ¡me tengo que ir! Perdóname, llego tarde a… ¡a un sitio!

Ante sus narices me arranqué los tacones de los pies y salí corriendo fugazmente. No sé que pensó de mí, quizás tampoco me interese mucho… o, bueno sí, si que me interesa.

_________


Quizás escriba más textos que sigan a este si algún día me aburro por casa y no tengo nuevas ideas, espero que os guste.

Aucun commentaire: